miércoles, 11 de marzo de 2009

La muerte del alma

Dicen que cuando muere el alma muere la persona a la que esta perteneció;
Hoy creo que esa frase es cierta, no se puede vivir sin alma.

(...)

Las olas

Sentado frente al mar contemplo el incesante ir y venir de las olas, una tras otra las veo morir frente mí, en un último intento por alcanzarme. Desde esta posición segura soy el espectador privilegiado de los estados cambiantes del mar, de sus calmos días de sol, de sus brisas húmedas, disfruto de los mil colores que me ofrece, durante sus temporales veo las olas furiosas y llenas de espuma, orgullosas al acercarse, arrastrándose extinguidas al lamer la arena….
Pero en ocasiones acontece que sin darnos cuenta perdemos nuestra posición en la playa, entonces el mar nos sorprende y anegados descubrimos el sabor salado que sus gotas dejan en nuestros labios, y es como si fuese por primera vez, en la piel mojada sentimos la brisa como nunca antes lo hicimos, al acariciar la arena sus granos se adhieren sin que podamos soltarlos…, pero bajo la ropa empapada sentimos frio y desamparo, y esa sensación nos confunde, es entonces cuando podemos decidir marcharnos al refugio de nuestros sentimientos, o quizás desnudarnos de todo aquello que nos sobra y avanzar nuestra posición mas allá de donde solíamos andar.
Durante demasiado tiempo estuve contemplando al mar sin dejar que sus aguas llegasen hasta mí. Hoy me siento dispuesto donde las olas pueden alcanzarme, con la esperanza que al fin la fortuna de un golpe de mar me lleve a tus aguas profundas.

Al mayor amor que sentí en mi vida.