domingo, 8 de marzo de 2009

Feriantes

- Hola Marta, ¿que tal?
Otra vez Carla, siempre le había parecido alguien superficial pero últimamente rozaba lo detestable.
-Buenos días Carla. Bien, ¿y tú?
Marta respondió intentando no ser demasiado descortés, con la esperanza de que Carla pasara de largo, pero esta ya se había situado ante ella poniendo cara de empezar lo que sería, a buen seguro, otro de sus chismorreos insoportables.
-Pues muy bien ahora que lo preguntas…
Carla inclinó un poco la cabeza y, bajando el tono, prosiguió hablando.
- ¿A que no sabes lo que me pasó ayer?…
- Pues no….
Y seguro que seguiría explicándoselo, Marta tomó aliento para aguantar la conversación con Carla.
- Te lo explicaré-. Prosiguió diciendo Carla en tono de confidencia. – Pero no se lo digas a nadie, es un secreto, ¿de acuerdo?
¿Un secreto? Viniendo de Carla seguro que la mitad de la oficina ya se habría enterado y, antes del medio día, todo el despacho estaría al corriente.
- Por supuesto Carla, ya me conoces…
Aunque solamente fuese por no ser la única en no enterarse se dispuso a escuchar la historia de Carla, luego le tocaría quedarse un rato para acabar el trabajo, pero en fin…
- Pes verás, tu conoces a Mario no? El jefe de Marketing, que está buenísimo.
- Si claro, lo conozco, aunque no demasiado….
Por lo poco que había hablado con él le parecía un poco falso, nada en concreto, pero había algo que le hacía desconfiar…, eso sí, Mario podía presumir de una imagen de lo mas actual, una sonrisa de película y, por qué no reconocerlo, muy buena planta.
- No te hagas la despistada Marta, seguro te has fijado en Mario, es el tío que está más bueno de toda la oficina, no me vas a negar que no te gusta, tiene una sonrisa increíble, y menudo trasero….
La conversación empezaba a impacientar a Marta, que hizo un intento por terminarla.
- La verdad es que tengo trabajo, quizás te llamo luego y continuamos a al a hora del café....
Pero Carla continuó, ignorando sus últimas palabras.
- Pues ayer me llamó por teléfono desde la feria de arquitectura de Bilbao y me invitó a cenar…. y luego al teatro, me dijo que ha cortado con su novia, que habían quedado que ella subiría a verlo durante el fin de semana y que se siente muy solo, si le podía acompañar…, que te parece?
- No sabía que tuviese novia…., no lo sé Carla, Mario me parece un poco..., si le acompañas sabes a lo que vas, le habrás dicho que no, supongo…
- Le he dicho que me lo tenía que pensar, que llamase mañana, para hacerle sufrir, a los hombres hay que tratarlos así, nunca hay que darles el sí a la primera, y a Mario lo tengo en el bote, desde hace tiempo, solo hay que ver las miradas que me lanza.
- No sé Carla …
- Lo que te pasa es que tienes envidia porque Mario va detrás mio. La verdad, si te arreglases un poco quizás los tíos se fijarían algo en ti, además, deberías ir de compras para actualizar ese vestuario, si quieres te acompaño un día… y por dios, pásate por la peluquería, tienes un pelo que…
En ese momento sonó el teléfono. Marta respondió.
- Secretaria del Sr. Enrique dígame?
- Si, hola soy Mario de Marketing …
- Ah! hola, dime, dime,…
Carla la miraba con cara de impaciencia. Marta, señaló el teléfono y encogió los hombros, a modo de excusa.
- Verás Marta, quizás te sorprenda, pero hace dos semanas que mi novia me ha dejado, me siento fatal,…, pues resulta que este fin de semana tenía unas entradas, para el teatro aquí en la feria, ya está todo pagado… y bueno, había pensado que quizás quisieras venir, que te parece?
Marta abrió la agenda del Sr. Enrique mientras Carla la miraba impaciente, señaló la parte correspondiente a la tarde donde un sinfín de reuniones se concatenaban una tras otra, entonces dijo:
- Imposible, lo siento, no podrá ser, lo tengo ocupadísimo, …
- ¿Seguro? Piénsalo! podríamos pasarlo bien…
Mario lanzó una última ofensiva, pero Marta le atajó a media frase.
- De verdad que no, imposible. Lo siento pero tengo que colgar…
Se despidió apresurada, al otro lado del teléfono Mario hizo lo própio, entonces lanzó una mirada de súplica a Carla.
- Carla de verdad, me encantaría seguir hablando, pero tengo mucho trabajo…
Pero en ese instante Carla, sin despedirse, había dado media vuelta y ya marchaba dirección a administración. Su vestido le quedaba ajustado, impecable, su melena rubia y lisa parecía recién salida de la peluquería, todo el conjunto entonaba perfectamente…, solo su ego quizás le viniese un poco grande. Mientras su taconeo se perdía por el pasillo, Marta tuvo tiempo de pensar en Carlos, lo bien habían estado durante ese último mes, luego se acicaló un poco el pelo y, mientras lo hacía, cayó en la cuenta de por qué aquella mañana no había tenido tiempo de arreglárselo mejor, entonces una sonrisa se dibujó en sus labios.

A todas las Martas que he conocido.

Soy...

Te ando siempre detrás, aunque no me veas al volverte, porque hoy solo cobro imagen en tu ausencia, ni tampoco puedas oírme mas que en el eco de tus propias palabras, aquellas que nunca me has dicho. Son mis esperanzas las que te preceden, perdidas a cada quiebro que das en el camino, fuera del que ellas nos pretenden. Te envuelvo, latente e invisible, siempre inmenso, en ocasiones desmerecido y ninguneado por las circunstancias, en otras en un cielo compartido. La pasión que siento nace de tu deseo y se consuma en tu placer.
Soy suma de los amores de cuantos te quisieron…, de cuantos lo harán…


A mi diva.