La mañana del nuevo día irrumpe en mi vida con un baño de luz dorada sobre mis ojos..., intento abrirlos lentamente, por miedo a la intensidad de la luz mis párpados luchan contra mi insistencia de hacerlo. Poco a poco mis pupilas se adaptan al espectáculo esplendoroso que la magnificencia del sol de la mañana otorga al escenario...
A lo lejos escucho las olas del mar abandonándose rítmicamente sobre la playa, su sonido entra en la estancia amortiguado por la distancia. Algún pájaro adorna con el color de las notas de su alegre canto la banda sonora que acompaña, con total armonía, la perfección del momento. Siento como la tenue brisa que lega hasta donde me encuentro acaricia mi rostro después de haber acompañado las olas en su largo camino hasta su abandono en la playa. Es fresca y fragante, como debe serlo hoy el mar...
Levanto la cabeza, me incorporo levemente y lo veo a lo lejos, su azul es radiante y magnificente. Lo contemplo por un instante y me siento exactamente igual que él. Giro la cabeza de nuevo y observo como la luz se reparte por la quietud de la habitación, amplificando su efecto en el blanco de las sábanas y de las paredes... En mi mente resuenan como un eco las últimas palabras que pronuncié en la noche que vimos transformarse juntos en amanecer:
- Ya estaba todo preparado, sólo faltaba que llegases, igual que tu también lo estabas y aguardabas mi llegada. Y después aun nos faltaba conocernos….
Inmediatamente dirijo mi atencion hacia el costado donde aun descansas y te observo con la cabeza inclinada, sobreviviendo tu sueño en uno de los últimos rincones de la habitación donde aún habita un halo de oscuridad, lentamente la luz del dia va conquistando todo el espacio. El increible espectáculo del amanecer sobre tu geografía produce una mezcla de sensaciones en mi como nunca antes había experimentado, disfruto la intensidad del momento como se merece. Contemplo como tu rostro se va iluminando, las marcas que en él dejó nuestra fantástica noche se han extinguido durante tu reposo. Siento la evidencia de que lo que observo es lo que eres, y la de que es de una belleza inconmensurable.
Interrumpes mis pensamientos cuando tu respiración pierde su sosiego y tu vigilia empieza a querer abrirse camino entre los últmos vestigios de tu sueño. Veo reproducirse en tus párpados la escena previamente protagonizada por los míos. Al conseguir abrirlos, tu mirada iluminada por la exuberancia de la luz, no atina a encontrar la silueta de quien ha quedado absolutamente embelesado por el color cambiante de tus ojos. Los reflejos en los mechones de tu cabello compiten esparcidos sobre tus hombros y las sábanas con la mismísima luz del sol.., la fuerza y la belleza de tu ser se manifiestan claramente en tu imagen esta mañana.
Por fin consigues fijar tu mirada en mi, entonces una sonrisa en tu cara empieza a acompañar la que hace ya un buen rato se ha adueñado de la mía. Estamos un rato frente a frente sonriendo sin decir palabra, no hace falta. Ambos sabemos lo que el otro piensa; estamos recordando las últimas palabras pronunciadas la noche anterior. Y luego pensando lo acertado que era el haberlas dicho, al descubrir en la mañana la evidencia de lo que hemos encontrado.
Realmente es una mañana perfecta. No pienso renunciar a ninguna de las que queden por venir. Creo que ambos pensamos lo mismo. Nos miramos una vez mas, y ambos volvemos a sonreirnos. Sé que estoy en lo cierto, ahora no tengo dudas. Nos abrazamos y nos reímos. Juntos observamos como el día avanza sobre el cálido verano de nuestras vidas…
A mi intención.